Acompañé a la guerrillera
en todas sus batallas.
Hoy 25 de mayo del siglo XXI,
me resisto a ser parte de su entierro
mientras el espejo del ego
sigue mostrando el rostro
de autoridades y políticos
de esta Patria forjada
con la espada de
la mano firme
de Doña Juana Azurduy.